¡Madre!
No te escuchaba.
Me hablaste muy de cerca.
Me dijiste que confiara.

Creo que muchas veces estamos tan pendientes del otro lado del camino que nos toca recorrer, que olvidamos cuan importante es el puente que nos lleva a ese otro lado.
Así empieza este blog, con una taza de té, una galleta y el ligero viento que sopla a hoy jueves 21 de mayo las 5:55 a.m.
Mayo está por acabarse, pero ¡qué mayo! Creo que en todos los años en los que tengo uso de razón, un Mayo nunca había sido tan intenso y tan lleno de emociones como este.

Mi relación con la Madre
Todo comienza acá, todo inicia con la Señora, con María. Posiblemente yo soy de esos pocos (espero) que cuando estamos orando en la mañana o por la noche, nos concentramos tanto en hablar con Jesús que se nos olvida hablar con su Madre, darle gracias por toda su intercesión pero sobre todo por acogernos como sus hijos. Estos días he caído en razón que ella siempre está donde estoy yo, básicamente porque siempre ando un rosario conmigo, a veces con mucho uso o quizá con poco uso pero está en el bulto que utilizo, en el pantalón o está a la par de la computadora o por último, a la orilla de la cama.

Tip: Rezar El Rosario para dormir da tanta paz.
Pero de todos estos momentos, han sido realmente muy pocos en los que me he puesto a pensar en ella como mujer, como madre; como la Madre de Dios (Theotokos).
Quizá te escandalices, pero creo que debo de comenzar por acá para terminar de contarte lo que ha sucedido. Por cierto, si a vos te pasa también esto, ya somos dos, pero somos dos que podemos reencontrarnos con nuestra Madre.

¡Mayo, bendito mayo!
Bueno como te decía, mayo ha sido un mes lleno de emociones. Comenzó como nunca lo esperé, estábamos súper ansiosos por un resultado médico que nos preocupaba a nivel familiar, de esos resultados que pueden cambiar la vida en un abrir y cerrar de ojos. Un resultado capaz de echar por la borda todo lo que habíamos planeado como familia. (Nosotros y nuestra capacidad de “creer” que todo lo tenemos controlado)

Pasamos dos semanas donde hablar del tema era complejo e incluso un poco confuso, los nervios eran como el “normal” del día. Sin embargo a inicios de mayo mi esposa tuvo la genial idea de decirme que rezáramos El Rosario todo mayo y que los primeros días ofreciéramos todo esto.

Comenzó el encuentro
Tal como lo dijo, empezamos a rezar El Rosario, primero hicimos la Novena de San Pío de Pietrelcina (mi historia con PPio, es para otro día) y como a mediados de esta novena empezamos la de la Virgen de Fátima, algo así como un mes patrocinado por aquel Santo que tenía sus ojos en María y por Nuestra Señora que ya sabía todo el final, pero quería que volviéramos sus ojos a ella.

10:00 p.m. 11:00 p.m. Inclusive 12:00 m.n. Nos daba rezando porque habíamos encontrado una paz tan inexplicable que no había problema para rezarlo a cualquier hora. Acá encontramos tanta paz y tanto amor por parte de María que decidimos grabar El Rosario con ayuda de amigos sacerdotes y tres amigos muy cercanos. (Están en el Podcast de Emaús).

Fuimos a Caná, nuestra boda.
Unos días antes de la entrega del resultado, los nervios fueron aumentando hasta que un día (13 de mayo ¡Ah!) lloramos y solo nos dejamos llevar por esa necesidad de ir a decirle: “Señora, se nos acabó el vino de la confianza ante esto, solo nos queda unas dos ánforas de nervios” y ahí ella con su maternal caricia, con su capacidad de amar en silencio y con su Sí como modelo de entrega y confianza nos dijo “HAGAN LO QUE ÉL LES DIGA”.
Y así fue, ofrecimos nuestra vida y nuestro matrimonio completamente a Jesús (y cuando digo completamente, es completamente).
Este día rezamos el Rosario y estábamos tan abrazados por María que perdimos la cuenta de Ave Marías, al final fue una sonrisa de complicidad cuando terminamos de rezar el Rosario y nos fuimos a descansar.

Dios nos da vida para dar vida
Se atrasaron con los resultados un par de días de lo estipulado, como a las 9:15 a.m. mi esposa salió del cuarto y me dijo: “Todo está limpio, no hay nada” y lloramos tanto pero de alegría en saber que todo había pasado. Sin embargo nos faltaba una noticia más, para terminar de descartar un tema más hicimos unos exámenes más tarde y nos dimos cuenta que estamos embarazados y que Dios nos habló al oído para decirnos que “Nos daba más vida para dar vida”.
Mayo me ha enseñado (porque Mile y la Virgen María tienen su relación desde hace años) que siempre será necesario pasar por el puente con toda la confianza para poder llegar al otro lado de manera segura.

¡María es Madre de Misericordia! En la vida y en la muerte ampáranos gran Señora.
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