Cambiaron los planes, más no el objetivo
La frase del título de este artículo a cuantas situaciones y momentos la podemos aplicar… sé que en este momento pensarás tal vez en un proyecto que llevaste adelante y pusiste todo de ti para que se diera y no caminó y el rumbo que tomó ese proyecto fue otro, o a su vez relacionándolo al ámbito de relaciones de pareja, puede ser que pase por tu mente aquella historia que al final no funcionó… cuantas cosas se podría decir, en mi caso quiero comentarte mi historia de forma humilde y sencilla para que sepas que al igual que vos he tenido que apropiarme de esta frase sabiendo que Dios nos guía siempre con eterna sabiduría.
Mi nombre es Irving Calvo Vásquez, tengo 32 años y soy oriundo de Tejar de El Guarco, por regalo de la misericordia de Dios más de la mitad de mi vida he servido en la Iglesia y principalmente mi servicio ha estado enfocado en la juventud cartaginesa en diversas formas y carismas desde pastoral juvenil pasando por el Movimiento de Encuentros de Promoción Juvenil y hasta la Comisión Diocesana de Pastoral Juvenil.
En el año 2013, tuve la oportunidad de servir en un Encuentro de Promoción Juvenil y fue un momento clave en mi respuesta al Señor, sentía que algo más debía vivir, a pesar que en ese momento ya había estudiado en la Universidad y a nivel laboral me encontraba muy estable, pero había algo que inquietaba mi corazón para ir mas allá. El servicio a los demás era mi vida y el 2 de noviembre de 2013 decido iniciar los encuentros vocacionales, recuerdo que frente a Jesús Sacramentado dije: “Si Señor, ha llegado el momento de decirte que si, aquí estoy para hacer tu voluntad”… desde ese día mi vida no sería la misma.
Cumplí mi promesa de dedicar el año 2014 para discernir si el Señor me llamaba a dar el paso de enrumbarme hacia el Seminario, todo al final concluyó el 4 de diciembre de 2014 cuando nos dijeron: Si, estás admitido para el curso introductorio 2015 en la Garita de Alajuela… fue un momento muy especial, muy único y a la vez muy retador, era dejarlo todo por seguirlo, por amarlo más de cerca y a su vez responder igualmente como lo hice un año antes: “Si Señor, aquí estoy para hacer tu voluntad”.
El cierre de mi vida anterior al Seminario no fue fácil, pero inicié la aventura el domingo 8 de febrero de 2015 con la que se llamaría la Generación XXIX del Seminario Introductorio 2015 bajo el lema: “He aquí la sierva del Señor, hágase según tu palabra”, si hay una frase que marcaría el resto de la historia es esta: FIAT=HAGASE.
Caminé en el seminario por dos años: 2015 y 2016 con hermanos que son mi otra familia donde tuve la oportunidad de vivir en el Santuario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles como seminarista en el gran jubileo de la Misericordia y a su vez vivir la experiencia de pasar a la Sede Paso Ancho en San José del Seminario. Puedo decir que ese año 2016 fue para mí decisivo, sentía que debía hacer una pausa en el caminar de la vocación sacerdotal y replantear mi proceso. Por lo tanto, el 6 de diciembre de 2016 salgo voluntariamente del proceso del seminario.
Durante los dos años siguientes: 2017 y 2018 vendría una época de muchos cambios y momentos que recuerdo con gran cariño, tuve la oportunidad de colocarme nuevamente a nivel laboral en el MEP y a su vez se me brinda la oportunidad de servir en la Comisión Diocesana de Pastoral Juvenil. Estas situaciones y acontecimientos me impulsaron más bien a volver a responder, por lo que en el 2018 realizo el proceso de reingreso al seminario, dejé nuevamente todo: familia, un gran trabajo, la posibilidad de tener una familia, pero el deseo ardiente de responder nuevamente: Aquí estoy Señor, unido al Hágase de María me impulsaron a volver.
El 10 de febrero de 2019, retomo mi proceso del seminario donde lo dejé en el 2016: en el II Nivel de la etapa de Formando Discípulos (Etapa de estudios filosóficos), mi estancia en esta segunda etapa fue corta: apenas de 6 meses pero necesaria para darme cuenta que el plan del Señor no iba en la línea de entregar mi vida entera al servicio de los demás a través del Ministerio Sacerdotal. Además, como dirían en los procesos vocacionales “los signos de los tiempos” decían otra cosa muy distinta a lo que en mi limitación y mi respuesta generosa se podía visualizar sobre el estado de vida que el Señor pensó y soñó para mí. Es así como el 18 de julio de 2019, se da mi salida definitiva por voluntad propia del proceso del seminario. Al dejar la casa de formación en medio de un fuerte aguacero dije: “Gracias Señor por haberme traído aquí, no soy el mismo que deja estas puertas, aunque no me vean más por acá, siempre esta casa vivirá en mi corazón”.
Aquellas palabras: “Aquí estoy Señor” y “Hagase en mi” se han hecho vida cada día, cada momento… Al salir de esta experiencia, el Señor me permite vivir una relación de pareja que igualmente “los signos de los tiempos” marcaron un rumbo diferente a esta historia.
Ante este panorama, podrías pensar: ¿Qué más le toca vivir a Irving? Todo lo que emprendió en los últimos años, por lo cual se entregó no caminó… o en apariencia no salió como se esperaba… puedo decirte que el camino no ha sido fácil, me he tenido que reinventar pero el amor y la misericordia nunca me han abandonado y más bien la mano providente del Señor han llevado mi vida y mi corazón donde debe estar, donde puedo dar más fruto, donde pueda cumplir el plan que Dios soñó para mí.
Para finalizar este artículo, te comparto mi historia con humildad simplemente para que sepas tu historia al igual que la mía no ha terminado, que la última palabra la tiene Dios, que el objetivo sigue siendo el mismo independientemente de la vocación donde el Señor nos llame y es la Santidad, esta santidad vivida en el día a día amando a los hermanos como Jesús lo haría e intentando hacer que el Reino de Dios se instaure en el corazón de las personas.
Culmino con la frase de una canción del cantautor costarricense Martín Valverde que motiva a seguir y que iluminó toda esta aventura: “Volverás a sonreír pero con mejor sonrisa, porque aprendiste a vivir, aún con lágrimas”. Animo vales la sangre del Señor y el sueña con cosas grandes para tu vida.
Irving Calvo Vásquez